Lo primero que se suele pensar cuando se habla de inversiones es en el mercado de valores. Y, si bien es cierto que el mundo de la renta variable es apasionante, y que los movimientos del mercado se abordan con mucha pasión en todos los medios, no podemos decir lo mismo de los bonos.
Esto es así porque los bonos, no son tan atractivos desde el punto de vista del trading. El propio léxico que envuelve a este tipo de producto financiero puede parecer oscuro y poco atrayente para los novatos. Además, los bonos son mucho más simples, sobre todo en los mercados alcistas, cuando parecen dar un rendimiento minúsculo en comparación con las acciones.
No obstante, todo lo que se necesita es un mercado a la baja para recordar a los inversores las principales ventajas de los bonos: su seguridad y estabilidad. Es más, para muchos inversores es normal que una buena parte de su cartera esté invertida en bonos.
Bonos y obligaciones: estabilidad
Al igual que ocurre con los individuos, las empresas y los gobiernos necesitan pedir dinero prestado para poder costear sus proyectos. Las empresas requieren dinero para poder expandirse a otros mercados, y los gobiernos lo suelen necesitar para financiar elementos como infraestructuras, salarios o vivienda social. Así pues, cuando los impuestos y las inversiones no son suficiente, la solución es recaudar dinero mediante la emisión de bonos en los mercados financieros. De esta manera, miles de inversores prestan capital a empresas y gobiernos para que puedan seguir operando.
Dicho fácil, un bono es un título de deuda emitido por una empresa o un Estado que genera el derecho al inversor del pago de un interés anual pagado al vencimiento del contrato firmado. El importe de estos intereses, al igual que el vencimiento del bono, están marcados desde el principio y, por lo tanto, son conocidos desde el inicio por parte del inversor en el momento de la suscripción.
Bonos y obligaciones: ¿Qué rendimientos para qué plazos de inversión?
La realidad es que un bono no es mucho más que un préstamo que te convierte en acreedor de una empresa o Estado. La entidad o institución que vende un bono se denomina emisor, por lo que puedes pensar en la obligación o bono como la deuda de un prestatario (el emisor) con un prestamista (el inversor/comprador).
Es evidente que nadie prestaría dinero a nadie, ni siquiera a un Estado, a cambio de nada. Es por ello que el emisor de un bono debe pagar una prima, un tipo de interés, al inversor a cambio del privilegio de poder utilizar su dinero para financiar sus proyectos y necesidades. Esta prima se paga en forma de tipos de interés que son fijados a una tasa predeterminada. La tasa de interés suele ser conocida como la prima (seguro que te suena de la prima de riesgo, pues tienen relación).
La fecha en la que el emisor debe devolver la cantidad prestada se denomina «fecha de vencimiento». La razón por la que los bonos son valores de renta fija, es porque el inversor sabe en todo momento cuánto dinero recuperará si mantiene el valor hasta el vencimiento.
Bono: ¿Qué interés para qué prima de riesgo?
Dependiendo del emisor, un bono puede estar más o menos calificado y resultar más o menos rentable. Es más, las agencias de calificación suelen asignar calificaciones y puntuaciones a diferentes emisores, ya sean estos países o empresas.
Como puedes imaginar, cuanto mayor sea la calificación de un bono, menor será el riesgo de incumplimiento y menor será el rendimiento que genere. Esto puede ocurrir al contrario, ya que cuanto peor sea la calificación, mayor será el riesgo de impago y mayor también la rentabilidad. Así, dependerá del inversor diversificar sus inversiones con algunos bonos relativamente seguros, pero no rentables y algunos bonos más arriesgados, pero mucho más rentables.
Las calificaciones de estas agencias varían desde la A, hasta la D. Un título de deuda, bono, emitido por una empresa o Estado con calificación BB o inferior es considerada una inversión especulativa. Esto es lo que genera que las empresas y los gobiernos que estén al borde de la quiebra, solo puedan pedir dinero prestado a un tipo de interés más alto, y esto hacer empeorar la situación financiera de la empresa o del Estado en cuestión. Por lo que, si tienes pensado invertir en bonos muy rentables, cuidado con los calificados en inglés como “junk bonds” (popularmente conocidos como bonos basura).